Thursday, July 27, 2006
Reflexão desde Madrid
En esa cuesta abajo del filo terrorismo por el que se desliza tan gustosamente el gobierno español, se van superando etapas y refinando los aspectos cualitativos. Así, de la transigencia que se demuestra con ETA, se ha pasado a una admiración apenas disimulada por Hamás o Hezbolah, grupos con mayor capacidad operativa y número de crímenes a sus espaldas. Si en el territorio nacional individuos como Josu Ternera van a convertirse en interlocutores válidos, con el incondicional apoyo de las huestes socialistas, también en el conflicto de Oriente Medio, personajes como el jeque Nasralah y otros dirigentes de similar pelaje están siendo legitimados, por el partido en el poder y su apaniguada camada de progres, no sólo para ponerlos a la par de políticos de una nación democrática como Israel, sino moralmente por encima, confiriéndoles la categoría de víctimas , en un burdo e hipócrita ejercicio de antisemitismo, que intenta soterrarse bajo un falso disfraz de “anti-israelismo”.
Estos que hoy se manifiestan “por la paz”, las libertades y los derechos humanos, son los mismos que no salen de casa cuando en otros conflictos armados no intervienen los detestados (por ellos) USA o el Estado de Israel. Estos que luchan por valores y principios tan dignos, son los que corean lemas que llaman al incendio de la embajada de otra nación, los que guardaron silencio cómplice cuando los disidentes soviéticos (en su mayoría judíos) eran liquidados, o cuando los kurdos fueron gaseados por el sátrapa iraquí, o cuando los bosnios eran masacrados y sus mujeres violadas, o cuando Rusia arrasó Chechenia, y no muestran ninguna sensibilidad ni solidaria empatía hacia los crímenes cotidianos en el África Negra. Por supuesto, tampoco abren la boca para criticar la política de demócratas como Fidel Castro, el golpista Chávez o de los integristas clérigos islámicos en lo relativo a la homosexualidad, la libertad de expresión, de culto o la convocatoria de elecciones libres.. ¿Dónde está la valentía y el compromiso de Pedro Zerolo para luchar por los derechos de los homosexuales? ¿No será que manifestarse contra una democracia como Israel no le confiere ningún riesgo y en los casos anteriores podría terminar confinado en un campo de concentración o colgado de una grúa en una plaza pública?.
Lo tuyo sí que es valeroso compromiso, machote. Y lo mismo vale para esos actores y actrices españoles, que no tuvieron valor para alzar la voz contra ETA pero toman activas posiciones en guerras lejanas cuyo influjo no va a alcanzarles.
Con todo, lo peor de toda esta gentecilla de inteligencia menguada e hipocresía sectaria a flor de piel, es su cobardía, esa falta de coraje para decir: “Sí, yo soy antisemita”. Al contrario, se ofenden y tornan agresivos cuando se les acusa, en base a sus inequívocos actos, del ejercicio de tan detestable prejuicio. Así, hemos asistido a las amenazas, en plan matón de barrio portuario, que ese gran hombre de Estado como es el Sr. Moratinos, con luto rengueante desde la muerte del otrota hombre de paz llamado Yaser Arafat, lanzó al empresario Mauricio Hatchwell.
De igual modo que no pueden esperarse peras del olmo, tampoco acierto y sentido común al pernicioso binomio: bobo solemne (Zapatero)- solemne bobo (Moratinos), que arrastra a España hacia la periferia internacional y la desunión interna. Quizás, en un futuro próximo, en España o lo que quede de ella, podamos pasear por la Av. Jeque Nasralah, sentarnos en un boulevard a leer junto a una estatua del citado Arafat o asistir a un partido de baloncesto en el Pabellón Municipal Hezbolah. Ya todo es posible, hasta lo que nunca hubiéramos imaginado: un presidente antisemita.
Carlos Paredes Leví
Estos que hoy se manifiestan “por la paz”, las libertades y los derechos humanos, son los mismos que no salen de casa cuando en otros conflictos armados no intervienen los detestados (por ellos) USA o el Estado de Israel. Estos que luchan por valores y principios tan dignos, son los que corean lemas que llaman al incendio de la embajada de otra nación, los que guardaron silencio cómplice cuando los disidentes soviéticos (en su mayoría judíos) eran liquidados, o cuando los kurdos fueron gaseados por el sátrapa iraquí, o cuando los bosnios eran masacrados y sus mujeres violadas, o cuando Rusia arrasó Chechenia, y no muestran ninguna sensibilidad ni solidaria empatía hacia los crímenes cotidianos en el África Negra. Por supuesto, tampoco abren la boca para criticar la política de demócratas como Fidel Castro, el golpista Chávez o de los integristas clérigos islámicos en lo relativo a la homosexualidad, la libertad de expresión, de culto o la convocatoria de elecciones libres.. ¿Dónde está la valentía y el compromiso de Pedro Zerolo para luchar por los derechos de los homosexuales? ¿No será que manifestarse contra una democracia como Israel no le confiere ningún riesgo y en los casos anteriores podría terminar confinado en un campo de concentración o colgado de una grúa en una plaza pública?.
Lo tuyo sí que es valeroso compromiso, machote. Y lo mismo vale para esos actores y actrices españoles, que no tuvieron valor para alzar la voz contra ETA pero toman activas posiciones en guerras lejanas cuyo influjo no va a alcanzarles.
Con todo, lo peor de toda esta gentecilla de inteligencia menguada e hipocresía sectaria a flor de piel, es su cobardía, esa falta de coraje para decir: “Sí, yo soy antisemita”. Al contrario, se ofenden y tornan agresivos cuando se les acusa, en base a sus inequívocos actos, del ejercicio de tan detestable prejuicio. Así, hemos asistido a las amenazas, en plan matón de barrio portuario, que ese gran hombre de Estado como es el Sr. Moratinos, con luto rengueante desde la muerte del otrota hombre de paz llamado Yaser Arafat, lanzó al empresario Mauricio Hatchwell.
De igual modo que no pueden esperarse peras del olmo, tampoco acierto y sentido común al pernicioso binomio: bobo solemne (Zapatero)- solemne bobo (Moratinos), que arrastra a España hacia la periferia internacional y la desunión interna. Quizás, en un futuro próximo, en España o lo que quede de ella, podamos pasear por la Av. Jeque Nasralah, sentarnos en un boulevard a leer junto a una estatua del citado Arafat o asistir a un partido de baloncesto en el Pabellón Municipal Hezbolah. Ya todo es posible, hasta lo que nunca hubiéramos imaginado: un presidente antisemita.
Carlos Paredes Leví