Monday, November 06, 2006

QUIÉN HABLARÁ POR NOSOTROS?


Mario Linovesky



Hoy, 6 de noviembre de 2006, recibí un correo electrónico donde el sitio de la Web “sionista” Es-Israel, que se edita en la ciudad de Barcelona, España, informa a sus lectores que a partir del 16 de este mes deja de funcionar en forma definitiva. La noticia fue para mí, en tanto se trata de un importante canal de resguardo a los valores judaicos, como recibir un baldazo de agua fría. Sé que para muchos, quizá para la inmensa mayoría de los judíos, este comunicado no pasará de constituir un hecho irrelevante, ya que en todo caso habrá de tratarse de un portal “más” que desaparece de la red y a otra cosa. Sin embargo, justamente por ser uno “más”, es que deberíamos preocuparnos. Porque es uno “más” de muchos “más” que defienden al judaísmo y al Estado de Israel, que cierra sus puertas. Y es esta una realidad inquietante, por cuanto mientras los judíos restamos, el islamismo cuyo norte casi exclusivo es destruirnos, suma sin cesar. Todo aquel que tenga la inquietud de enterarse de lo que está pasando en el mundo y emplee los buscadores Google, Yahoo o Altavista, no dejará de advertir que de día en día se va incrementando la cantidad de páginas pro-islámicas, mientras que muchas de las pro-judías-israelíes pasan a mejor vida.
Quienes han seguido mi trayectoria de columnista, acaso se sorprendan que justamente a mí me desazone la baja de http://www.es-israel.org/, más aún cuando en dicho sitio hace ya bastante tiempo que dejaron de publicarme. No obstante me duele y mucho, porque en otros tiempos fui articulista constante en ese portal, con cuyos editores finalmente tuve discrepancias ideológicas insalvables en el plano religioso (ellos responden a Jabad Lubavitch), pero donde con mis treinta y tantos escritos allí editados anteriormente tuve la satisfacción de enervar en gran forma a cuanto judeófobo, nazi, zurdo-fascista y otros residuos sociales pulula en el país más antisemita de los hispano-parlantes: España, y en la ciudad íbero-europea que en mayor número los contiene: Barcelona.
Amo a Israel y al judaísmo y nunca le saqué el cuerpo a los riesgos que ello implica, defendiendo a ambos con uñas y dientes. Al punto que jamás dejé de firmar cada artículo con mi nombre y apellido, desestimando el anonimato como hacen tantos. Tal proceder me convirtió en blanco de cantidad de insultos y amenazas, las que en lugar de amilanarme me dan coraje suficiente para continuar en esta lucha, redoblando la apuesta. Pero no por eso dejaré de señalar las muchas falencias que tenemos los judíos en cuanto a dar a conocer nuestra verdad, permitiendo que se expandan las mentiras, todas ellas prefabricadas e industrializadas por el enemigo, contra nuestra perseguida comunidad.
Trato de no ser alarmista, pero tampoco puedo darme el lujo de pecar de ingenuo, cosa que me convertiría en un irresponsable total. Occidente, después de la guerra en la que redujeron a cenizas a la mitad de nuestro pueblo, acabó encerrándonos, y que ésto no moleste ni ofenda a los excesivamente sensibles, en una especie gueto, que no otra cosa es el Estado de Israel. Muchísimo más llevadero en cuanto a calidad de vida cuando lo comparamos a aquellos donde recluyeron a nuestros correligionarios en época de la gran matanza, pero del que solamente se puede salir por aire o por mar y de allí que lo califique como gueto. De cualquier modo, en un mundo donde se está expandiendo la yihad islámica, y en el que los gobiernos europeos agachan la cabeza ante las demandas fundamentalistas, donde Chávez y los chavistas comienzan a acorralarnos, ese gueto es el único lugar donde podemos encontrar cobijo, aun con todos los peligros ciertos que el mismo encierra.
Desde los tiempos de Hitler, que en calidad de pueblo no afrontamos una situación tan comprometida como la actual para nuestra sobrevivencia. Sin embargo para una gran mayoría de los judíos nada pasa y ésto lo corroboro cotidianamente cuando trato de hacérselo entender a cualquiera de los nuestros que se avenga a prestarme oídos. Lo más que consigo entonces es que me devuelvan alguna sonrisita sarcástica y, de los más comprometidos, el consejo que abandone “mi” inveterado pesimismo.
Con todo, no los critico por proceder así, porque al fin y al cabo no son ellos los culpables de vivir en semejante limbo; sino que por el contrario pongo mi énfasis condenatorio en aquellos que desde las áreas de decisión, hacen poco y nada por dar a conocer esta realidad.
Se cierra un portal más que luchaba por el judaísmo. Hasta el momento sus responsables no nos hicieron conocer las razones. Pero de cualquier modo no deja de ser altamente preocupante, porque es otra voz a favor que se acalla y de las que por supuesto no nos sobran. Siendo que mientras tanto quienes deberían hacer algo y fomentar esta durísima y riesgosa tarea que denominamos hasbará (esclarecimiento) eluden tal responsabilidad, dedicándose en cambio a resguardar sus privilegiados sitiales y los beneficios que estos les devengan. Desde el mismísimo gobierno israelí que le presta poquísima o ninguna atención, hasta las dirigencias locales que la ignoran por completo.
Siendo Israel (como representante del judaísmo todo) objeto de constantes ataques, no sólo verbales sino también bélicos, y obligado a resguardar constantemente su supervivencia ante el avance de un enemigo pertinaz, convendría recordar la sentencia del analista Daniel Pipes cuando en el título de uno de sus últimos artículos advirtió: “Actualmente las guerras las ganan las editoriales, no las balas”. Y si nos atenemos a ello, cualquier baja que suframos en ese rubro, es una pérdida asaz estimable. Porque, después de Es-Israel ¿cuál o cuáles caerán?. Es ésta, aun con la desazón que conlleva, una pregunta atinente y que conviene plantearse.
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