Thursday, June 07, 2007
Rimas de la vida y la muerte: la nueva novela de Amos Oz
Tamara Rajczyk
“Un libro nace en soledad. El hombre que lo escribe, lo hace solo en su habitación. No hay nadie más mientras él conversa con sus personajes. Dialoga con ellos como si estuviesen presentes en el cuarto. A veces se pelea con ellos. Otras, se enoja. Otras veces ellos se ríen y se burlan de él. El escritor se encuentra en un ambiente lleno de fantasmas. El libro se escribe en soledad y también es leído por el lector en soledad”.
Estas palabras fueron pronunciadas por Amos Oz frente al numeroso público que concurrió al café literario en el que presentó su última novela, Rimas de la vida y la muerte, el pasado mes de febrero en la Feria Internacional del Libro, en Jerusalem.
Después de la exitosa recepción que tuvo su anterior novela Una historia de amor y oscuridad, en Israel y en el mundo entero, Amos Oz declara que no quiso publicar ahora un "hijo" de su libro anterior, sino plantear un desafío a sus lectores: abordar un texto totalmente diferente, en el que desentraña el oficio de la escritura en sus detalles más elementales y permite husmear el universo del escritor. Este es un libro dentro de otro libro. Oz dice que Una historia de amor y oscuridad es una saga, mientras que Rimas de la vida y la muerte está escrito como una creación musical: es música de cámara. Cada capítulo funciona como contrapunto al capítulo anterior.
La novela, basada en un relato escrito en los años setenta, es un cuento sobre la anatomía del cuento. La trama se desarrolla durante ocho horas en la vida de un escritor cuarentón, que goza de prestigio pero necesita trabajar en un estudio contable para subsistir, y que es invitado a un encuentro de lectura pública en Tel Aviv. En el camino hacia el evento, durante su desarrollo y posteriormente, el personaje principal va relatando sus vivencias: algunas de ellas reales, otras imaginarias y la mayoría ocurren en una zona de vigilia, entre la imaginación y la realidad. El protagonista, denominado "el autor", observa a las personas, escucha sus conversaciones en la cafetería, "les roba" material para su escritura. Al observar a las personas, les inventa una biografía, se introduce bajo la piel de esos seres extraños. Critica íntimamente al público, pero lo necesita para seguir escribiendo.
"…El autor detecta la iracunda imagen de un hombre grande, compacto, dueño de un evidente aspecto histadrutí , que seguramente fue hasta hace diez o quince años uneducador enérgico, pleno de ideales, en una escuela antigua de uno de los barrios proletarios, que se aburguesó o quizás hasta es un vice-director retirado de la secretaría de educación regional. (…) El autor supone que antes del fin del debate tendrán aquí la oportunidad de escuchar de boca de este hombre enérgico su concepción esencial: seguramente no vino aquí esta noche para ampliar sus horizontes ni para disfrutar, sino con la irrevocable intención de aguardar a que los demás terminen de hablar, ponerse de pie, golpear la mesa y expresar de una vez por todas su opinión negativa acerca de lo que se llama "la literatura israelí actual", que no tiene
nada de lo que nosotros necesitamos en estos tiempos, en los comienzos de los años ochenta, sino que por el contrario, está plagada de todo lo que no necesitamos".
Amos Oz sostiene que cualquier situación puede convertirse en un relato y que todos mantenemos diálogos imaginarios en nuestro interior. En esta novela, él quiso desentrañar cómo el escritor crea, cómo traslada al papel todo lo que va recogiendo. Desde que publicó su primer libro Mi querido Mijael a los 28 años de edad, ya va por su libro número 31. Ha recibido numerosos premios en Israel y en el exterior, es profesor en las universidades Ben Gurión y Princeton y miembro de la Academia de Lengua Hebrea. Paralelamente a su actividad literaria, no deja de hacer públicas sus opiniones políticas, tal como lo hizo durante la última guerra del Líbano, en la que junto a sus colegas David Grossman y A. B. Yehoshúa llamó a un cese de fuego bilateral e inmediato. En febrero último firmó una solicitada junto a otros intelectuales en la que reclamaban al gobierno que atienda la situación de los colonos evacuados de Gaza durante la desconexión.
Pronto a cumplir 68 años, Amos Oz nos sigue ofreciendo lo mejor de sí. No es condescendiente con el lector y no escribe según lo que se espera de él. Sigue apelando a un lector inteligente y activo, al que se acerca a un libro con el deseo de crear en su propia cabeza esa producción compartida entre el escritor y el lector, que constituye un libro.
Notas:
En alusión a la Histadrut, la Central Obrera.
2 Traducido al español por Editorial Siruela, Madrid, 2005.
“Un libro nace en soledad. El hombre que lo escribe, lo hace solo en su habitación. No hay nadie más mientras él conversa con sus personajes. Dialoga con ellos como si estuviesen presentes en el cuarto. A veces se pelea con ellos. Otras, se enoja. Otras veces ellos se ríen y se burlan de él. El escritor se encuentra en un ambiente lleno de fantasmas. El libro se escribe en soledad y también es leído por el lector en soledad”.
Estas palabras fueron pronunciadas por Amos Oz frente al numeroso público que concurrió al café literario en el que presentó su última novela, Rimas de la vida y la muerte, el pasado mes de febrero en la Feria Internacional del Libro, en Jerusalem.
Después de la exitosa recepción que tuvo su anterior novela Una historia de amor y oscuridad, en Israel y en el mundo entero, Amos Oz declara que no quiso publicar ahora un "hijo" de su libro anterior, sino plantear un desafío a sus lectores: abordar un texto totalmente diferente, en el que desentraña el oficio de la escritura en sus detalles más elementales y permite husmear el universo del escritor. Este es un libro dentro de otro libro. Oz dice que Una historia de amor y oscuridad es una saga, mientras que Rimas de la vida y la muerte está escrito como una creación musical: es música de cámara. Cada capítulo funciona como contrapunto al capítulo anterior.
La novela, basada en un relato escrito en los años setenta, es un cuento sobre la anatomía del cuento. La trama se desarrolla durante ocho horas en la vida de un escritor cuarentón, que goza de prestigio pero necesita trabajar en un estudio contable para subsistir, y que es invitado a un encuentro de lectura pública en Tel Aviv. En el camino hacia el evento, durante su desarrollo y posteriormente, el personaje principal va relatando sus vivencias: algunas de ellas reales, otras imaginarias y la mayoría ocurren en una zona de vigilia, entre la imaginación y la realidad. El protagonista, denominado "el autor", observa a las personas, escucha sus conversaciones en la cafetería, "les roba" material para su escritura. Al observar a las personas, les inventa una biografía, se introduce bajo la piel de esos seres extraños. Critica íntimamente al público, pero lo necesita para seguir escribiendo.
"…El autor detecta la iracunda imagen de un hombre grande, compacto, dueño de un evidente aspecto histadrutí , que seguramente fue hasta hace diez o quince años uneducador enérgico, pleno de ideales, en una escuela antigua de uno de los barrios proletarios, que se aburguesó o quizás hasta es un vice-director retirado de la secretaría de educación regional. (…) El autor supone que antes del fin del debate tendrán aquí la oportunidad de escuchar de boca de este hombre enérgico su concepción esencial: seguramente no vino aquí esta noche para ampliar sus horizontes ni para disfrutar, sino con la irrevocable intención de aguardar a que los demás terminen de hablar, ponerse de pie, golpear la mesa y expresar de una vez por todas su opinión negativa acerca de lo que se llama "la literatura israelí actual", que no tiene
nada de lo que nosotros necesitamos en estos tiempos, en los comienzos de los años ochenta, sino que por el contrario, está plagada de todo lo que no necesitamos".
Amos Oz sostiene que cualquier situación puede convertirse en un relato y que todos mantenemos diálogos imaginarios en nuestro interior. En esta novela, él quiso desentrañar cómo el escritor crea, cómo traslada al papel todo lo que va recogiendo. Desde que publicó su primer libro Mi querido Mijael a los 28 años de edad, ya va por su libro número 31. Ha recibido numerosos premios en Israel y en el exterior, es profesor en las universidades Ben Gurión y Princeton y miembro de la Academia de Lengua Hebrea. Paralelamente a su actividad literaria, no deja de hacer públicas sus opiniones políticas, tal como lo hizo durante la última guerra del Líbano, en la que junto a sus colegas David Grossman y A. B. Yehoshúa llamó a un cese de fuego bilateral e inmediato. En febrero último firmó una solicitada junto a otros intelectuales en la que reclamaban al gobierno que atienda la situación de los colonos evacuados de Gaza durante la desconexión.
Pronto a cumplir 68 años, Amos Oz nos sigue ofreciendo lo mejor de sí. No es condescendiente con el lector y no escribe según lo que se espera de él. Sigue apelando a un lector inteligente y activo, al que se acerca a un libro con el deseo de crear en su propia cabeza esa producción compartida entre el escritor y el lector, que constituye un libro.
Notas:
En alusión a la Histadrut, la Central Obrera.
2 Traducido al español por Editorial Siruela, Madrid, 2005.