Al moderno Estado de Israel, aunque de cortísima existencia, no le faltan próceres, sino que por el contrario los tiene y en cantidad superlativa; muchos de los cuales gracias a Dios siguen vivos y escribiendo esta historia que tanto nos enorgullece. Sin embargo, no son estos últimos los que motivan la presente nota, sino aquellos que en algunos casos los precedieron y en no pocos fueron sus compañeros de lucha, pero que ya no están en este mundo. Con todos ellos, absolutamente, nuestra Mediná y su población están en deuda y son merecedores de cuanto homenaje se les hizo, haga o siga haciendo. Sin embargo, hay uno en especial que descuella por su trayectoria, y, además, que merece una especial evocación por la forma infame en que murió. Su nombre es (lo pongo en tiempo presente porque los insignes de verdad jamás mueren del todo) Itzjak Rabin, del cual el próximo 4 de noviembre se cumplirán doce años de su asesinato vil y al que la inmensa mayoría del pueblo judío habrá de honrar como sólo se honra a los más grandes, cuando se tiene con ellos un inmenso compromiso de gratitud.
Rabin nació en Jerusalem, en tiempo que la zona estaba bajo mandato inglés, y creció y se desarrolló en medio de los pioneros que desde finales del siglo XIX habían llegado a esa tierra abandonada para construir sobre ella, previo secar los pantanos que la enlodaban e infectaban, pueblos, ciudades, moshavim y kibutzim. O sea, hacer un país de la nada. Hombres y mujeres que se propusieron por meta convertir en realidad ese sueño de los sionistas que en 1897 se habían reunido en Basilea y exigido al mundo un hogar nacional permanente para el perseguido pueblo judío. Y vaya si lo hicieron. Sobre un suelo yermo y dejado a la deriva, encontraron la forma de crear industrias y también fertilizar la tierra y forestarla, forjando así un oasis en medio del inhóspito desierto levantino, que maravilló al mundo de aquel entonces. Pero eso ocurrió de 1948 en adelante, cuando ya era un Estado independiente. Antes de ese año su lucha por asentarse fue asaz cruenta, además de presuntamente quimérica, puesto que no se contaba con organización ni armamento y lo único que primaba era la ilusión de aquellos hombres por tener su propio suelo. Rabin fue uno de aquellos hombres y su biografía habla por sí misma de la importancia de su actuación:
“Itzjak Rabin nació en Jerusalén el 1 de marzo de 1922. Completó sus estudios en la Escuela de Agricultura de Kaduri. Reclutado en la Haganá por Moshé Dayán, participó en las batallas con el Palmaj (acrónimo de Plugot Majatz; traducido: Fuerzas de Choque) en Siria (1941). Más tarde fue ascendido a líder de pelotón y, en 1945, fue subcomandante de la operación que liberó a 200 inmigrantes “ilegales” del campo de detención de Atlit. En junio del año siguiente, Rabin fue arrestado junto con cientos de líderes judíos por los británicos, en lo que pasó a ser conocido como "sábado negro". Fue enviado al campo de detención británico de Rafiaj por seis meses. En octubre de 1947, Rabin fue nombrado subcomandante del Palmaj, sirviendo directamente bajo órdenes del mítico General Igal Alón. En la primavera de 1948 comandó la Brigada Harel que, en la Operación Najshón, abrió paso de la carretera a la Jerusalén sitiada y liberó los barrios de Katamón y Shej Jarrah. Bajo el comando de Alón, Rabin participó también en las batallas de Lod y Ramle y, como jefe de operaciones del frente del sur, condujo la Operación Jorev, la contraofensiva en la que se tomó el control de Neguev y Eilat. Fue miembro de la delegación que firmó los acuerdos del armisticio de los estados árabes en Rodas (1949). Rabin se graduó en el Staff College en Inglaterra (1953). Desde 1954 hasta 1956 fue jefe del Cuerpo de Entrenamiento y fue ascendido al grado de brigadier general. Sirvió como Comandante de la Zona Norte durante 1956-1959; fue asimismo jefe del Cuerpo de Operaciones durante 1959-1960 y, en 1961, fue nombrado subjefe de Estado Mayor. En enero de 1964 se convirtió en el séptimo jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel. En su función de jefe de Estado Mayor, Rabin condujo al Tzahal (las Fuerzas de Defensa Israelíes) a la victoria en la Guerra de los Seis Días. Se retiró del ejército el 1 de enero de 1968”.
Hasta aquí tenemos al Rabin de uniforme. Y desde aquí, al servidor público vestido de civil. Ya por esos años el Estado de Israel estaba asentado militar y económicamente y, aun cuando le quedaban muchas batallas por delante, de cualquier modo poseía la capacidad para defender eficazmente sus fronteras y continuar bregando cada vez con mayor ímpetu en su expansión interna. Vale decir que ya era un país semi consolidado al que solo le quedaba, como asignatura pendiente, firmar la paz con esos belicosos vecinos que lo atacaban ininterrumpidamente. Y fue por esos años, desaparecida la incertidumbre de ser borrado del mapa, que, entre los miles de sabras que nacían en su suelo seguro y estable, uno de ellos fue un tal Igal Amir y tendría por ominoso destino echar a la tierra al glorioso combatiente, que ahora obraba en su nueva faz de político. Sigue la biografía de Rabin:
“Fue nombrado embajador en Estados Unidos, donde sirvió durante cinco años. En la primavera de 1973, Rabin volvió a Israel. Comenzó a activar en el Partido Laborista. Fue elegido miembro de la Kneset (Parlamento) en diciembre de 1973 y, cuando Golda Meir formó su gobierno en abril de 1974, fue nombrado ministro de Trabajo. Luego de la renuncia de Golda Meir, el 2 de junio de 1974, la Kneset expresó su confianza en un nuevo gobierno encabezado por Itzjak Rabin, al que nombró Primer Ministro. Durante ese período de Rabin, el gobierno puso especial énfasis en el fortalecimiento de la economía, la solución de problemas sociales y el reforzamiento de las FDI. Con la mediación norteamericana, se firmaron acuerdos de separación de fuerzas con Egipto y Siria (1974), seguidos de un acuerdo interino con Egipto, en 1975. Más tarde, se firmó el primer Memorando de Entendimiento entre los gobiernos de Israel y Estados Unidos (1975). En junio de 1976, el gobierno de Rabin emitió la orden de realizar la Operación Entebbe, liberando a los pasajeros secuestrados del vuelo de Air France por comandos terroristas palestinos y alemanes. Rabin renunció al cargo de Primer Ministro en abril de 1977. Luego de las elecciones (mayo de 1977) y hasta la formación del Gobierno de Unidad Nacional (septiembre de 1984), Rabin sirvió como miembro de la Kneset por el Partido Laborista, entonces en la oposición. Fue miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa. Durante los gobiernos de unidad nacional (1984-1990), Itzjak Rabin sirvió como Ministro de Defensa. En enero de 1985 presentó la propuesta de la retirada de las FDI del Líbano y el establecimiento de una zona de seguridad, para garantizar la paz de los asentamientos a lo largo de la frontera norte de Israel. Itzjak Rabin fue elegido presidente del Partido Laborista de Israel en sus primeras primarias nacionales (febrero de 1992) y condujo el partido a la victoria en las elecciones a la Kneset en 1992. En julio de ese año, Rabin formó el 25º gobierno de Israel, ocupando los cargos de Primer Ministro y Ministro de Defensa. Su período de gobierno fue señalado por los siguientes hitos en el proceso de paz. 13 de septiembre de 1993, durante la firma de la "Declaración de Principios Israelo-Palestina", en el prado de la Casa Blanca, el Primer Ministro Rabin y el Presidente de la O.L.P., Yasser Arafat, se dieron por primera vez la mano. El 26 de octubre de 1994, en la frontera jordano-israelí, firmó el "Tratado de Paz entre el Estado de Israel y el Reino Hachemita de Jordania". El 28 de septiembre de 1995, fue suscriptor del "Acuerdo Interino Israelo-Palestino en la Margen Occidental y la Franja de Gaza". Rabin fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en diciembre de 1994, junto al canciller Shimón Peres y el Presidente de la O.L.P., Yasser Arafat”.
El 4 de noviembre de 1995, en la Plaza Malkei de Tel Aviv y ante más de 100.000 personas que manifestaban a favor de la paz, el premier Rabin pronunció el siguiente discurso:
"Este Gobierno, el cual tengo el privilegio de dirigir junto a mi amigo (el Ministro de Exteriores), Shimon Peres, ha decidido darle una opción a la paz. Una paz que solucionará la mayoría de los problemas del Estado de Israel. Fui un militar durante 27 años, he librado guerras cuando no había la posibilidad de lograr la paz. Creo que hoy existe una opción para la paz, una oportunidad única que debemos aprovechar para quienes están aquí hoy y para quienes no lo están y ellos son muchos. Siempre he creído que la mayoría del pueblo quiere la paz y quiere darle una oportunidad a la paz. Y Ustedes, viniendo a esta manifestación, prueban que el pueblo quiere realmente la paz y se opone a la violencia. La violencia afecta a la base misma de la democracia israelí. Es necesario condenarla, borrarla con inteligencia, y aislarla. La violencia no es el camino del Estado de Israel. La democracia existe. Pueden haber conflictos, pero el resultado será determinado por elecciones democráticas. La paz no está solamente en los rezos..., sino que es el deseo del pueblo judío. Existen enemigos del pueblo. Tratan de atacarnos para entorpecer la paz. Quisiera decirles a Ustedes: hemos encontrado un socio entre los palestinos con quien es posible realizar la paz: la OLP, quien solía ser un enemigo, quien ha dejado de lado al terrorismo. Sin socios para la paz, no hay paz. También con Siria, habrá una oportunidad para alcanzar la paz. Esta manifestación debe transmitir al público israelí, al público judío del mundo y a muchos en occidente y en el mundo exterior, que el pueblo de Israel quiere la paz y apoya la paz. Muchas Gracias."
Entre la multitud estaba el sabra Igal Amir. Era en apariencia uno más de los que manifestaban a favor de la paz tan ansiada. Ninguno de los que lo circundaban, hubiese sospechado que portaba un revólver y mucho menos sobre sus intenciones funestas. El ambiente festivo no daba para recelos, puesto que era una reunión de hermanos con un mismo fin. Aprovechando ese relajo, Igal Amir se deslizó entre la guardia de Rabin cuando se producía la desconcentración del acto y, sin hesitar, lo asesinó cobardemente a tiros para enseguida ser detenido. Pero... ¿quién era en definitiva ese muchachito de aspecto inofensivo?. He aquí lo que se sabe de él:
“Se dio en él todo un proceso, que fue perfectamente detallado en un libro del periodista David Horowitz. El proceso fue una mezcla de la nueva educación del movimiento juvenil sionista religioso Benei Akiva, del cual Igal Amir era egresado, y en parte también de una corriente ideológica muy cuestionable que se ha apoderado totalmente de la Universidad de Bar Ilán. Hay que señalar algunas pautas de comportamiento de Igal Amir. A partir del primer acuerdo entre Israel y los palestinos en 1993, él habló repetidas veces de que “Rabin y Peres son dos cabezas de la misma culebra. Hay que matarla, hay que aplastarla”. Sus exabruptos tampoco eran aislados. Igal Amir no era un indigente de la calle sino un “niño bien” de una familia de buen pasar en Hertzlía. También era estudiante de leyes, es decir que no era el criminal de la calle, sino el buen abogado, y ésto es muy importante, porque fue entonces la educación que recibió Amir la que lo llevó a cometer su acto, con el apoyo tácito de su gente y con el apoyo activo de otros que le suministraron cantidades nada despreciables de armas y explosivos, descubiertos en su cuarto y el de su hermano. Las mismas iban a ser utilizadas en distintas oportunidades para matar a Rabin, a Peres, una masacre de gente de Paz Ahora y para matar árabes. Ahora bien, para Igal Amir, las acciones de Itzjak Rabin
contradecían la palabra de Dios, y él se veía como agente de Dios. En este sentido, él es idéntico al terrorista de Hamas. Uno está actuando por las órdenes de Alá, el otro por las de Elohim. Esta filosofía, unida con la nueva politización derechista de Benei Akiva, a lo que se suma la radicalización de la derecha israelí incluyendo a miembros del Likud, es lo que allanó el camino de Igal Amir. Es verdad que no fue el resultado de una conjura o conspiración. Esa teoría es una estupidez diseminada por un periodista, otra vez yanqui, llamado Barry Hamish, basado en las teorías de conspiración para matar a J.F. Kennedy. Pero sí hay que ver el marco social del que partió Amir. Y este marco social, a partir de Oslo, fue tomando actitudes cada vez más violentas, y entraron en el fragor de una dinámica muy asesina. Como ejemplo, una manifestación de la que Biniamín Netaniahu también participó, en la que se llevaba un ataúd con el nombre de Rabin a un lado y el de Peres al otro. Eso era directamente un llamado al crimen. Este proceso fue cada vez más en aumento. En 1994 militantes del Likud colgaron carteles con la imagen de Rabin con keffiyah (pañuelo tradicional árabe), con la insinuación de que Rabin era un vendido al terrorismo de la OLP. Otro cartel mostraba a Peres convirtiéndose en Arafat, y otro, una calavera cuyas órbitas vacías estaban ocupadas por la bandera palestina, y debajo las palabras Rabin en una órbita y Peres en la otra. Y estos cartelitos tan simpáticos no fueron colgados por la ultraderecha, sino por la juventud del Likud. De todo eso surgió Igal Amir, que a diferencia de Baruj Goldstein no fue militante del Kaj, sino un chico bien, calladito, buen estudiante de abogacía, como quiere toda mamá judía. Goldstein ya era un lunático político y era famoso por serlo. Igal Amir no. Una anécdota cuenta que Igal Amir se postuló para ser acompañante social de grupos en el Área de Liderazgo de la Agencia Judía y una coordinadora lo rechazó, gracias a Dios, por su “falta de habilidad para entablar relaciones comunicativas en su lugar de trabajo”. Es una anécdota muy interesante, existe incluso su expediente. Goldstein, entonces, fue un militante que recibió capacitación política al participar de todos los campamentos y seminarios de Kaj. Igal Amir no, era el “intelectual flotante”, que en todo caso fue el producto de la radicalización de Benei Akiva, donde la Tierra del Gran Israel se convirtió en valor supremo. Al respecto se podrían mencionar miles de fuentes judaicas que dicen y abogan por lo contrario. Inclusive se puede citar al Rambam Maimónides, quien solía decir que la paz es, bien visto, un valor superior a la mismísima Torá. Igal Amir pensaba lo contrario y estuvo dispuesto a matar a un hermano para demostrarlo”.
Rabin murió asesinado el 4 de noviembre de 1995, luego de pronunciar un discurso a favor de la Paz y cantar junto a la multitud. Murió vestido de civil matado por un judío, cuando su trayectoria indicaba que su deceso lógico debió haberse dado por causas naturales o por balas enemigas cuando usaba uniforme. Quizá y sólo quizá, en el plano político, pudo haber estado equivocado al juzgar tan buenamente, según oímos en su último discurso, a Arafat y a la OLP. Eso, ya nunca lo sabremos. En todo caso su asesinato hasta pudo haber sido el desencadenante de la posterior violencia que costó la vida de tantos israelíes y palestinos, al perder estos últimos a su interlocutor más confiable. Todo puede ser cierto en este atolladero que fue siempre el conflicto israelo-palestino. De cualquier modo, Itzjak Rabin dedicó su vida entera a luchar por Israel, como soldado y como civil. Y conseguir el país seguro para los judíos fue sin duda su único norte, haya estado equivocado o no. Por tal le cabe nuestro respeto y recuerdo, puesto que el bronce se lo ha ganado merecidamente. Y hoy, paradoja del destino, está en manos de muchos que fueron sus encarnizados rivales políticos el concluir su obra, firmando esa paz que quizá el ilustre muerto hubiese conseguido diez años atrás de no haber sido asesinado. Será de cualquier modo el mejor homenaje a su gran sueño, a su brillantísima foja de servicios y a su grandeza espiritual. Al hombre que lo dio todo, inclusive su vida, en favor del Estado de Israel.
Itzjak Rabin: ¡¡¡que descanses en paz!!! Pueblo de Israel: ¡¡¡que puedas vivir en paz!!!