Saturday, September 08, 2007
Los tres eslabones
Tziviá Kusminsky - editora
Da Shavei Israel
El Rab Hakadosh de Roshin solía contar esta historia todos los años en Rosh Hashaná. El decía: todos sabemos que el pueblo judío tiene un gran amigo más allá de Eliahu Hanaví, su nombre es Rabi Levi Itzjak de Breditchov. Rabi Levi, no vio nunca nada malo en un judío y estaba convencido de que todo judío era totalmente sagrado.
Se relata sobre el:
todos sabemos que en cada Rosh Hashaná se hace un balance acerca de las cosas buenas y las cosas malas que ha hecho el pueblo de Israel. Cuenta el Rabi de Roshin, que un año en Rosh Hasaná, la situación no era muy buena para nuestro pueblo. El angel Michael vino con una valija muy pequeña conteniendo buenas acciones. Asimismo, llegó el Satán y trajo consigo mismo todos los pecados, todas las malas acciones, todas las transgresiones. Las trajo en camiones, helicópteros y aviones. Parecía ser que no había esperanza y que todo el mundo sería destruido. De repente, se escuchó un gran ruido en el cielo: todos los pecados desaparecieron y el lado bueno salió triunfante. Los detectives sagrados del cielo descubrieron, para su sorpresa, que Rabi Levi Itzjak de Breditchov robó todos los pecados y los tomó así para sí mismos. El mismo, sostuvo en su defensa que no puede ser, que todo es mentira. Trajeron a Rabi Levi Itzjak frente al Beit Din (tribunal) divino y le preguntaron: “Rabi Levi Itzjak hijo de Sara Saya, ¿acaso puedes pagar en forma personal por todos los pecados de todo Israel?” Contestó Rabi Levi: “Yo soy tan solo un hombre, como podré pagar por tantos pecados?” Le dijeron: “sabes, está escrito en la Torá que quien no puede pagar es vendido como esclavo” Salió una voz celestial y dijo: “¿quién quiere comprar a Rabi Levi Itzjak hijo de Saya de Breditchov como esclavo perpetuo? Al instante, salió otra voz celestial y dijo que el único y especial, nuestro padre y rey, bendito sea el que dijo y el mundo fue creado, compra a Rabi Levi Itzjak hijo de Sara Saya de Bredichov como esclavo perpetuo.
De Rabi Levi Itzjak de Bredichov, aprendemos que cada uno de nosotros debe ocuparse y preocuparse por el prójimo, “todo Israel es responsable uno por el otro” (Tratado de Nezikin, 39a). Es por esto, que en la confesión de pecados “el vidui”, nos expresamos en plural y no en singular, demostrando así nuestra relación intensa e inseparable. Cada uno de nosotros formamos parte de un todo, si uno peca, todos nos vemos afectados, así como si uno hace una buena acción, todos somos beneficiados.
La preocupación por el prójimo, es demostrada en su forma más explícita en los tres pilares del mes de Elul, la teshuvá, la tefilá y la tzedaká. La teshuvá, no debe limitarse tan solo al arepentimiento de pecados personales, sino también a la relación interpersonal y al comportamiento del pueblo como un orgamismo integral. Lo mismo con la tefilá, uno no debe tan solo rezar por sí mismo, sino que debe hacerlo por cada uno de nuestro pueblo. La amidá, parte central del rezo, se encuentra escrita en plural, recalcando así la importancia de esta relación. Por último, está demás decir que la tzedaká es para con nuestro semejante, ayudar al necesitado es un concepto central en el judaísmo.
Estos tres conceptos, nos muestran que a diferencia de otras religiones, para el judaísmo la vida en este mundo es muy importante, no solo debemos actuar para ser merecedores del mundo venidero, sino que nuestra relación con el creador, en nuestro mundo, es de suma importancia.
Es por esto, que a pesar de que Israel es el centro de la creación, y su tarea de ser luz para los pueblos es sumamente significativa, nada puede ser logrado si la relación con el Kadosh Baruj Hu no es la adecuada.
La relación entre Dios y su pueblo, se fortalece en Rosh Hashaná y en Iom Kipur. Cuenta el midrash, que existe un pacto entre Hashem e Israel, de acuerdo al cual, la tefilá de las sagradas festividades no retorna sin ser escuchada. Con respecto a nuestras generaciones dijeron: no tienen un profeta, no un cohen que les enseñe moral y justicia y no un templo que expíe sus pecados. Tan solo una tefilá les quedó, la cual rezan en Rosh Hashaná y en Iom Kipur.
Una de las plegarias más importantes y emotivas que se rezan en Rosh Hashaná es la tefilá de musaf. La misma está compuesta por tres partes: malchuiot (reinados), zichronot (recuerdos) y shofarot (shofares). En la guemará está escrito: para que abunden las lluvias digan ante mi malchuiot, zichronot y shofarot, malchuiot para que me coronen ante ustedes, zichronot para que los recuerde para bien y shofarot para que sus plegarias lleguen a mi (Tratado de Moed, 16a).
En el orden de malchuiot coronamos a Dios y rezamos por que todo el mundo reconozca su autoridad. En el de zichronot declaramos que Hashem recuerda cada acto del hombre y por lo tanto le pedimos que recuerde el sacrificio de Itzjak y la promesa que le hizo a nuestros antepasados, para así traernos la redención final. Por último, en el orden de shofarot, recibimos y aceptamos la Torá nuevamente, como fue hecho en el Monte Sinaí, acompañados del sonido del shofar, pedimos así por la última redención.
Estos tres ordenes se encuentran relacionados con tres distintas épocas del pueblo de Israel: los días de las primeras dinastías, el recuerdo de la diáspora y los shofares del reinado celestial venidero.
Quiera Dios Bendito Sea, que en este año que comienza, aprendamos a respetar y preocuparnos el uno por el otro, que logremos comprender la importancia de cada eslabón de la cadena y la razón por la cual ninguno puede ser dejado de lado. De esta forma, podremos declarar la unicidad de Dios sobre la tierra, lograr una relación plena y fuerte con nuestro creador y llegar así a ser merecedores de la redención final.
Ktivá ve jatimá tova!
Da Shavei Israel
El Rab Hakadosh de Roshin solía contar esta historia todos los años en Rosh Hashaná. El decía: todos sabemos que el pueblo judío tiene un gran amigo más allá de Eliahu Hanaví, su nombre es Rabi Levi Itzjak de Breditchov. Rabi Levi, no vio nunca nada malo en un judío y estaba convencido de que todo judío era totalmente sagrado.
Se relata sobre el:
todos sabemos que en cada Rosh Hashaná se hace un balance acerca de las cosas buenas y las cosas malas que ha hecho el pueblo de Israel. Cuenta el Rabi de Roshin, que un año en Rosh Hasaná, la situación no era muy buena para nuestro pueblo. El angel Michael vino con una valija muy pequeña conteniendo buenas acciones. Asimismo, llegó el Satán y trajo consigo mismo todos los pecados, todas las malas acciones, todas las transgresiones. Las trajo en camiones, helicópteros y aviones. Parecía ser que no había esperanza y que todo el mundo sería destruido. De repente, se escuchó un gran ruido en el cielo: todos los pecados desaparecieron y el lado bueno salió triunfante. Los detectives sagrados del cielo descubrieron, para su sorpresa, que Rabi Levi Itzjak de Breditchov robó todos los pecados y los tomó así para sí mismos. El mismo, sostuvo en su defensa que no puede ser, que todo es mentira. Trajeron a Rabi Levi Itzjak frente al Beit Din (tribunal) divino y le preguntaron: “Rabi Levi Itzjak hijo de Sara Saya, ¿acaso puedes pagar en forma personal por todos los pecados de todo Israel?” Contestó Rabi Levi: “Yo soy tan solo un hombre, como podré pagar por tantos pecados?” Le dijeron: “sabes, está escrito en la Torá que quien no puede pagar es vendido como esclavo” Salió una voz celestial y dijo: “¿quién quiere comprar a Rabi Levi Itzjak hijo de Saya de Breditchov como esclavo perpetuo? Al instante, salió otra voz celestial y dijo que el único y especial, nuestro padre y rey, bendito sea el que dijo y el mundo fue creado, compra a Rabi Levi Itzjak hijo de Sara Saya de Bredichov como esclavo perpetuo.
De Rabi Levi Itzjak de Bredichov, aprendemos que cada uno de nosotros debe ocuparse y preocuparse por el prójimo, “todo Israel es responsable uno por el otro” (Tratado de Nezikin, 39a). Es por esto, que en la confesión de pecados “el vidui”, nos expresamos en plural y no en singular, demostrando así nuestra relación intensa e inseparable. Cada uno de nosotros formamos parte de un todo, si uno peca, todos nos vemos afectados, así como si uno hace una buena acción, todos somos beneficiados.
La preocupación por el prójimo, es demostrada en su forma más explícita en los tres pilares del mes de Elul, la teshuvá, la tefilá y la tzedaká. La teshuvá, no debe limitarse tan solo al arepentimiento de pecados personales, sino también a la relación interpersonal y al comportamiento del pueblo como un orgamismo integral. Lo mismo con la tefilá, uno no debe tan solo rezar por sí mismo, sino que debe hacerlo por cada uno de nuestro pueblo. La amidá, parte central del rezo, se encuentra escrita en plural, recalcando así la importancia de esta relación. Por último, está demás decir que la tzedaká es para con nuestro semejante, ayudar al necesitado es un concepto central en el judaísmo.
Estos tres conceptos, nos muestran que a diferencia de otras religiones, para el judaísmo la vida en este mundo es muy importante, no solo debemos actuar para ser merecedores del mundo venidero, sino que nuestra relación con el creador, en nuestro mundo, es de suma importancia.
Es por esto, que a pesar de que Israel es el centro de la creación, y su tarea de ser luz para los pueblos es sumamente significativa, nada puede ser logrado si la relación con el Kadosh Baruj Hu no es la adecuada.
La relación entre Dios y su pueblo, se fortalece en Rosh Hashaná y en Iom Kipur. Cuenta el midrash, que existe un pacto entre Hashem e Israel, de acuerdo al cual, la tefilá de las sagradas festividades no retorna sin ser escuchada. Con respecto a nuestras generaciones dijeron: no tienen un profeta, no un cohen que les enseñe moral y justicia y no un templo que expíe sus pecados. Tan solo una tefilá les quedó, la cual rezan en Rosh Hashaná y en Iom Kipur.
Una de las plegarias más importantes y emotivas que se rezan en Rosh Hashaná es la tefilá de musaf. La misma está compuesta por tres partes: malchuiot (reinados), zichronot (recuerdos) y shofarot (shofares). En la guemará está escrito: para que abunden las lluvias digan ante mi malchuiot, zichronot y shofarot, malchuiot para que me coronen ante ustedes, zichronot para que los recuerde para bien y shofarot para que sus plegarias lleguen a mi (Tratado de Moed, 16a).
En el orden de malchuiot coronamos a Dios y rezamos por que todo el mundo reconozca su autoridad. En el de zichronot declaramos que Hashem recuerda cada acto del hombre y por lo tanto le pedimos que recuerde el sacrificio de Itzjak y la promesa que le hizo a nuestros antepasados, para así traernos la redención final. Por último, en el orden de shofarot, recibimos y aceptamos la Torá nuevamente, como fue hecho en el Monte Sinaí, acompañados del sonido del shofar, pedimos así por la última redención.
Estos tres ordenes se encuentran relacionados con tres distintas épocas del pueblo de Israel: los días de las primeras dinastías, el recuerdo de la diáspora y los shofares del reinado celestial venidero.
Quiera Dios Bendito Sea, que en este año que comienza, aprendamos a respetar y preocuparnos el uno por el otro, que logremos comprender la importancia de cada eslabón de la cadena y la razón por la cual ninguno puede ser dejado de lado. De esta forma, podremos declarar la unicidad de Dios sobre la tierra, lograr una relación plena y fuerte con nuestro creador y llegar así a ser merecedores de la redención final.
Ktivá ve jatimá tova!