¿Puedes imaginarte no poder reservar un pasaje aéreo a Tel Aviv, porque Tel Aviv ni Israel existen?
El Primer Congreso Sionista se reunió en Basilea, Suiza, del 29 al 31 de agosto de 1897. El Congreso no marcó el comienzo del pensamiento sionista, ni fue la primera asamblea realizada en nombre del sionismo. Tampoco marcó el inicio de la colonización en Palestina. Fue el principio de una intensa actividad, organizada y centralizada, a escala internacional, que representaba todo el espectro del pensamiento sionista, en un intento de proyectar los objetivos sionistas hacia el centro de la agenda judía y de la política mundial. El centenario que será conmemorado en agosto de 1997 se refiere a este evento. Mirando hacia atrás, al recorrido del sionismo y de sus líderes, queda claro que los esfuerzos del Movimiento Sionista fueron coronados por el éxito.
El Estado de Israel existe desde hace ya casi 50 años. Su existencia fue aprobada por las Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1947 en New York y su independencia fue declarada por Ben Gurión el 14 de mayo de 1948 en Tel Aviv. Desde entonces el Estado Judío no sólo ha crecido y prosperado. Israel ha revolucionado la existencia judía colectiva. Ha tenido la más profunda influencia sobre la política y la economía del Medio Oriente; ha reestructurado las relaciones judeo-cristianas y continua ejerciendo una indescriptible atracción sobre la mente y los corazones judíos (y no judíos) que están búsqueda de su identidad. Las raíces de esta revolución se encuentran en el sionismo.
La manera más clara de juzgar el éxito del Sionismo es tal vez tomar conciencia de como Israel se convirtió en un hecho natural: cuán difícil (¡imposible!) nos es hoy imaginar un mundo en el que Israel no existiera. Sin dificultad ninguna (si haz realizado tu reservación) se puede volar a Israel en una de las muchas docenas de aerolíneas que llegan a ella. Para aquellos que viven en Jerusalén (una ciudad de alrededor de medio millón de habitantes) es común pasar por el Muro Occidental, o por la Torre de David o pasar cerca de la Knesset en su camino al trabajo. Quienes viven en Tel Aviv, una ciudad que no existía hace 100 años atrás, luchan todas las mañanas, tardes y noches con el tráfico del Ayalón, que se parece a lo que es, una carretera en una centro urbano contemporáneo que avanza rápidamente hacia el siglo XXI.
La población de Israel es de 5.400.000 personas, de las cuales 4.500.000 son judíos. Es la segunda concentración de judíos más grande del mundo (los EE.UU. son la más grande con alrededor de 5.700.000 de judíos). La población judía de Israel ha crecido siete veces desde la independencia (la población judía de los EE.UU. ha disminuido desde entones incluso si uno incluye los cientos de miles de “Nuevos Judíos Americanos”, que llegaron de la ex-Unión Soviética y de Israel). Hay sociólogos y demógrafos que pronostican que la población de Israel será la más grande del mundo judío en un lapso de veinte años. El idioma hebreo usado por siglos sólo para la plegaria y el estudio, se convirtió en el idioma de Israel.
La economía de Israel prosperó, junto al crecimiento de su población, alcanzado un nivel similar al de muchos de los países de Europa Occidental. Israel es una superpotencia científica y de alta tecnología, en la que existe, por ejemplo, la mayor cantidad de computadoras per capita en el mundo; sus métodos agrícolas son modelos para otros, sobre todo para los países en vías de desarrollo; es un centro crucial para la investigación y el desarrollo de las más grandes corporaciones mundiales en el área de las comunicaciones y la computación. Israel necesita personal tecnológico capacitado más allá de lo que pueden producir su sistema educativo o del aporte de los nuevos inmigrantes (generalmente de la ex-Unión Soviética). Muchos israelíes que dejaron el país para establecer exitosas carreras en EE.UU. o en Europa, están ahora retornando dadas las nuevas oportunidades ocupacionales que se abren. El crecimiento económico ha sido tan notorio que los índices de desempleo de Israel son mucho más bajos que los de la mayoría de los países de Europa Occidental, incluso si tomamos en cuenta la inmigración masiva de la década del noventa. Más aún, las necesidades laborales de Israel son tan grandes que provee empleo a cientos de miles de trabajadores temporarios de países tales como Rumania y Tailandia.
Cuán diferente es todo ésto del mundo judío de hace 100 años. Entonces había 11 millones de judíos en el mundo y aproximadamente el 75% de ellos vivían en el Este y Sudeste de Europa. El idioma predominante era el yiddish, una mezcla de hebreo con alemán medieval. Millones de estos judíos de Europa Oriental vivían en la más profunda pobreza y muchos comenzaron a abandonar sus ciudades y aldeas hacia el Occidente, fundamentalmente hacia los EE.UU. Muy pocos llegaron a Palestina, un rincón aislado del Imperio Turco.
Israel es hoy, como la ha sido durante décadas, la potencia militar más poderosa de la región. Los éxitos militares del Ejército de Defensa de Israel son legendarios y son minuciosamente estudiados por los organismos militares de muchos países.
Cuán radicalmente diferente es esta situación a la de hace 55 años atrás, cuando durante el Holocausto, los padres judíos fueron negados de la posibilidad de defender a sus propios hijos, cuando el pueblo judío no tenía fuerza política ni militar. ¿Qué hubiera sentido un espíritu sensible como el de Jaim Najman Bialik acerca de esta transformación colosal, habiendo criticado como él lo hizo, la pasividad del pueblo judío, después de la masacre del pogrom de Kishinev, Besarabia, en 1903? En su poema En la Ciudad de la Matanza, Bialik puso en boca de Dios las siguientes demandas:
¡Déjalos elevar sus puños contra Mí y demandar recompensa por su humillación,
La humillación de todas las generaciones desde el principio hasta el fin,
Y déjalos destruir los Cielos y Mi Trono con sus puños!
La autodefensa, esa demanda histórica y social que se convirtió en uno de los principios centrales del sionismo, es tan clara hoy que muchas veces no le damos la importancia adecuada. Los logros del Sionismo reflejan una transformación radical en la identidad judía.
Existen muchos otros ejemplos de cambios que vivió el pueblo judío como resultados del sionismo. Mientras hablamos aquí de “sionismo” y damos ejemplos de sus logros, debemos destacar que muchos de los más grandes líderes del sionismo y sus más destacados pensadores estaban profundamente en desacuerdo uno con los otros acerca de que es el sionismo realmente. Veían los problemas que confrontaba el pueblo judío o los del Estado Judío en gestación desde perspectivas tan diferentes, que las soluciones que proponían podrían fácilmente ser consideradas como diferentes sionismos. Cada uno de estos líderes se confrontó con los peligros que amenazaban al pueblo judío y su existencia futura. Ninguno de ellos rechazó los peligros que los otros veían, pero sus énfasis eran diferentes, veían un problema, fuera cual fuera, con un gran sentido de urgencia. Para cada uno de estos líderes, el retorno a Sión era la llave para sus respuestas.
El escritor Amos Oz escribió una vez a este respecto:
Podemos estar de acuerdo sin dificultad, en que el sionismo significa aquello que es bueno para todo el Pueblo Judío: retornar a la Tierra de Israel y que lo malo para este pueblo es estar disperso entre las naciones. Pero a partir de ese punto en adelante, estamos en desacuerdo. Muchas veces he dicho que sionismo no es un nombre sino un apellido y ese apellido está dividido en torno a la cuestión del “plan maestro” de la empresa: ¿Cómo viviremos aquí? ¿Aspiraremos a reconstruir el Reino de David y Salomón? ¿Construiremos un paraíso marxista? ¿Una sociedad occidental, un estado de bienestar social y una social-democracia? ¿O crearemos un modelo de la petite bourgeoisie diluido con un poquito de Yidishkeit?
Los logros del sionismo y del Estado de Israel no pueden entenderse sino gracias a sus verdaderos líderes. Es suficiente mencionar a Ben Yehudá y Bialik, Hertzl, Weizmann y Jabotinsky, Ruppin, Katzenelson y Ben Gurión, el Rabino Kuk, el Rabino Berlín (Bar Ilan), así como a Buber, Begin, Rabin, para tener presente los rasgos característicos del liderazgo que el pueblo judío tuvo desde los últimos 100 años. Todas estas personas, diferentes como eran, fueron llevadas a sus esferas de actividad sionista por ideas y pensamientos, por sus percepciones acerca de la condición judía de ese momento, como por las condiciones relativas al pasado judío y qué es lo que éstas indicaban en relación al futuro del pueblo; y por el lugar central que esta ideas y percepciones ocuparon en sus propias personalidades. La manera en la que sentían y pensaban acerca del ser judío y el continuar siéndolo es lo que los transformó en sionistas. La manera en que actuaron los convirtió en líderes.
Mirar hacia atrás, hacia el ideario sionista y observar algunos líderes, nos exigirá utilizar la imaginación para entender el pasado. Nosotros vivimos en los resultados de los logros y algunas de los fracasos de esa conducción. Poder hacer ese salto en la imaginación tiene un valor muy grande. Las soluciones, ideas y acciones, de estos líderes, nos podrán servir como modelos para la identidad judía de hoy. Sin duda uno de los asuntos cruciales que aún permanecen en la agenda judía de nuestros días, es cómo construir una identidad judía, qué contenidos deberá tener y cómo influenciará en la vida judía del futuro.