Versión en español: Aliza Moreno Goldschmidt
Cada mañana se forman en fila, llueva o haga sol, justo antes de empezar clases.
Después que el rector dirige un par de palabras y les desea un buen día, los cientos de alumnos de un colegio primario en el centro de Israel entonan el “Hatukva”, el himno nacional, reafirmando su lealtad al estado.
Inmediatamente después, los alumnos congregados recitan Ani Ma’amin (“Yo creo”), uno de los trece principios cardinales de fé expuestos por Maimónides, el cual hace referencia a la venida del redentor.
Toda la ceremonia dura tan sólo un par de minutos pero encierra una profunda lección eterna – la importancia de inculcar a nuestros niños el orgullo nacional, el auto-respeto judío y la esperanza por un mejor futuro.
A mi esposa y a mi nos tomó varios años – sí, años – convencer al colegio local para que incorporasen este pequeño y modesto programa al principio de cada día. Pero valió la pena el esfuerzo, pues no cabe duda que sus frutos serán significantes y a largo plazo.
Como lo señaló el Barón de Montesquieu, el gran filósofo político del siglo XVIII, el fomento del amor por la patria “debería ser el principal asunto de la educación.” Pero el sensible barón fue más allá, señalando que “la manera más segura para inculcar este valor en los niños es cuando los padres dan ejemplo de ello.”
Y ciertamente, con el comienzo del nuevo año, ¿qué podría ser más apropiado que la sociedad israelí se comprometa nuevamente con los valores básicos de patriotismo y rezo? Después de todo, es su ausencia en la vida pública lo que ha contribuido en gran medida al decaimiento ético y político del cual es víctima nuestro sistema de gobierno. Cuando las fotografías de dirigentes de la actual coalición comienzan a hacer fila en los folios de la policía, y serias alegaciones se arremolinan alrededor de nuestra cabeza de estado, debería estar claro que algo esta fallando terriblemente.
Algunos líderes políticos parecen estar más preocupados por lo que hay en sus bolsillos y sus pantalones, que por la seguridad y el bienestar del país entero. Los síntomas de este malestar nos rodean por doquier, desde el debacle en el Líbano, pasando por la serie de escándalos de corrupción, hasta el fracaso por parte de nuestros políticos en tomar responsabilidad por sus actos.
Cuando aquellos que nos lideran ya nos son guiados por un sentido de destino nacional, es inevitable que sus impulsos y agendas personales pasen a primer plano.
Como escribió Jean’Jacques Rousseau, “¿Deseamos que los hombres sean virtuosos? Entonces comencemos haciéndolos amar a su país.” Esta es la verdad básica y fundamental que debemos adoptar una vez más, que debemos reclamar.
Esto debería ser lo más básico en el sistema educativo israelí – las simientes sobre las cuales se podría construir un pueblo sano y una ciudadanía productiva.
Puede que lleve tiempo, pero si volvemos a empezar a impartir estos valores a nuestros jóvenes, puede que consigamos criar una generación de líderes que se merezcan este título.
Los instrumentos para hacerlo están a nuestro alcance. Todo lo que tenemos que hacer es poner un poco de esfuerzo y el cambió vendrá.
Si el colegio local cercano a ustedes aún no lo hace, asegúrese que en cada clase haya una bandera, durante todo el año. No hay ninguna razón para que nuestros colores nacionales salgan a relucir sólo un par de veces al año en ocasiones especiales.
También, hablen con las directivas respecto a lo que el colegio está haciendo para construir un sentido de orgullo cívico y auto-estima nacional entro los alumnos. Si hay tiempo durante el día para hablar sobre triángulos y ecuaciones, ¿es acaso menos importante enseñar el significado de ser un buen judío y un israelí patriota?
La propia tierra de Israel es un currículo vivo, con una abundancia de sitios nacionales, históricos y religiosos que cuentan la historia de nuestro pueblo evocando un orgullo natural a través de su única y especial saga. Hemos sido bendecidos con tantos símbolos poderosos, desde el Muro de los Lamentos, pasando por la cueva de los patriarcas y hasta la tumba de Rajel, los cuales ya no son visitados por tantos israelíes.
Quizás ha llegado el momento de realizar un “Birthright” israelí, modelado en le programa que expone Israel a la juventud de la diáspora, para que nuestros niños aprendan a amar y apreciar cada esquina de esta tierra. La gente todo el tiempo se queja de lo pequeño que es el país. Pero si ese es el caso, ¿cómo es que nuestros hijos no lo conocen mejor?
A la mano del patriotismo viene el rezo. Los presidentes norteamericanos, tanto los republicanos como los demócratas, no dudan en invocar a Di-s, y no existe ninguna razón para que el Creador no figure también en nuestro discurso público.
Cada año se celebra en Norteamérica el día nacional del rezo, proclamado por el presidente e incluso existe un estatuto aprobado por el congreso, Ley Pública 100-307, el cual hace un llamado a los ciudadanos “a reafirmar el rol del rezo en nuestra cultura.”
Tras lo ocurrido el 11 de septiembre del 2001 en los ataques terroristas, los norteamericanos fueron por sus banderas y se reunieron a rezar. Demostraron que se puede ser la nación más poderosa del planeta y ser lo suficientemente humilde como para inclinar la cabeza ante Di-s y pedirle Su ayuda.
Israel puede y debe aprender una valiosa lección de esto. Norteamérica esta en la marcha porque cree en sí misma y en un poder superior, y no se avergüenza de decirlo.
Por el contrario, en la pasada década Israel se retiró una y otra vez, sin haber conseguido avanzar debido a la perdida de convicción en la justicia de nuestra causa.
Es tiempo que comprendamos que no hay nada de malo en tener un poco de fé. Después de todo, estamos luchando por nuestra existencia en Tierra Santa, y en este sentido ¿qué podría ser mejor que recurrir al instrumento sagrado de la fé? Si es lo suficientemente bueno para los Estados Unidos, también deberá ser suficientemente bueno para nosotros.
Entonces, dediquemos este nuevo año al patriotismo y el rezo. Izando la bandera estaremos elevando el espíritu de nuestra nación. Y levantando nuestras voces colectivas dirigiéndolas al cielo, podremos disipar la penumbra que se inclina sobre nosotros, de una vez por todas.
* El autor sirvió como Vice-Director de Comunicaciones & Planificación Política en el gabinete del Primer Ministro. Es actualmente Director de Shavei Israel, una institución establecida en Jerusalén que auxilia a "judíos perdidos" en búsqueda de retornar al pueblo judío y puede ser contactado en: michael@shavei.org