Tuesday, January 02, 2007

Tradición y Modernidad en el Sionismo

El Sionismo como Revolución moderna
Yossi Goldstein


Mucho se ha escrito sobre la Historia del Sionismo, como movimiento político y como ideología moderna que bebió de fuentes bíblicas, históricas y culturales milenarias. Hace tan solo pocos meses se ha conmemorado el centenario del primer Congreso Sionista y en el transcurso del año 1998 presenciaremos los festejos del Cincuentenario de la creación del Estado de Israel. Estos eventos demandan una análisis reflexivo y merecen un estudio sistemático. En el presente curso estudiaremos las corrientes ideológicas del Sionismo bajo una perspectiva histórica y un énfasis en los dilemas que despertó esta vertiente del pensamiento contemporáneo, cuyos ecos llegan hasta nuestros días.

Introducción El Sionismo como movimiento político y como ideología fue ampliamente investigado en las últimas décadas, fundamentalmente en el Estado de Israel y en los Estados Unidos. Eminentes investigadores de diversas disciplinas intentaron en la década del 70 sintetizar la historia del Sionismo o brindar un análisis crítico de su desarrollo. Recién en esa década se puede hablar de una historiografía más objetiva del Sionismo, acorde con las demandas de la investigación científica en el campo de las Humanidades o las Ciencias Sociales. Como ejemplo de esta tendencia podemos mencionar a Walter Laqueur, "Historia del Sionismo", cuya primera edición en inglés fue publicada en el año 1972 y en hebreo en el año 1974 (traducido al español en edición abreviada en el año 1988).

Asimismo en la década del 70 se reimprimieron antologías del pensamiento sionista o de artículos publicados anteriormente, bajo una nueva perspectiva y con nuevos enfoques brindados en introducciones o revisión de versiones anteriores. Los representantes más prominentes de esta perspectiva son:
Arthur Hertzberg, La Idea Sionista, antología del pensamiento sionista publicada en inglés en el año 1959, que se editó en lengua hebrea en el año 1970. El profesor Hertzberg continúa siendo hoy en día uno de los pensadores y líderes judíos más prominentes de los Estados Unidos.
Jacob Katz, Nacionalismo Judío, ensayos y estudios, antología de artículos publicados por este eminente sociólogo e historiados social de la Universidad Hebrea de Jerusalem a partir de la década del 50, y que fue publicada en hebreo en el año 1983 (con una introducción del año 1979). Sin duda la historiografía del Sionismo se conformó en función del debate dentro de la sociedad israelí en torno a la relevancia del Sionismo en nuestros días y los dilemas surgidos frente al aluvión de inmigrantes de la Unión Soviética por un lado a comienzos de los años 70, y la crisis provocada por la Guerra de Yom Kipur (octubre del año 1973) que dejó profundas secuelas en un plano demográfico (decaída vertiginosa de la "Aliá" o inmigración de judíos, y emigración creciente de israelíes veteranos al exterior o "Ieridá") por el otro.

En lugar de investigaciones reclutadas ideológicamente, como la amplia obra realizada por el Profesor Bentzión Dinur quien fuera ministro de Educación y Cultura en la década del 50 y destacado líder del partido laborista mayoritario "Mapai", surgen nuevas investigaciones con una perspectiva crítica, que ponen énfasis en el carácter revolucionario y modernizador del Sionismo. El primer expositor de tal enfoque fue el historiador Igal Eilam, quien publicó en el año 1972 su "Introducción a una Historia Sionista diferente" en lengua hebrea, y en el año 1978 un curso sobre la historia del Sionismo titulado "De la Visión al Estado, problemas centrales en la Historia del Sionismo", en el cual sintetizó los nuevos enfoques historiográficos. Un segundo representante de esta visión del Sionismo fue el profesor Shlomó Avineri, destacado cientista político de la Universidad Hebrea de Jerusalem, que en el año 1979 publicó "La Idea Sionista, notas sobre el pensamiento nacional judío" (traducido al español en el año 1983).
El intento de congeniar la investigación científica junto con la búsqueda de relevancia del Sionismo en la actualidad, es una pauta central en la historiografía que se desarrolló a partir de la década del 70 y hasta nuestros días. La segunda pauta que podemos resaltar es el enfrentamiento constante surgido a partir de la década del 80 entre pensadores críticos e investigadores más tradicionales (cuya meta es mayoritariamente apologética). Estas pautas son las que condujeron al actual debate entre la denominada vieja historiografía del Sionismo y la nueva, o historiografía "Post-Sionista" (definida asimismo como corriente de los nuevos historiadores o sociólogos críticos).

La transición hacia una visión crítica del Sionismo como movimiento político y como ideología se manifestó claramente en la década de los años 80 y no se restringió al campo académico o universitario. Escritores e intelectuales israelíes de primera línea, tales como Abraham B. Ieoshúa y Amós Oz, se involucraron en la investigación del pensamiento sionista motivados por la necesidad de aportar una base ideológica al proceso de paz iniciado con Egipto (acuerdos de Camp David en el año 1979) y en el contexto de la polarización creciente entre izquierda y derecha sionista. A su vez, profesores de diversas universidades israelíes se involucraron en el debate a pesar de su carácter polémico y controversial, dedicando libros y ensayos sistemáticos al tema combinando perspectivas científicas con declaraciones ideológicas. El profesor Shlomó Avineri comenzó esta tendencia en el libro antes citado, y a él se sumaron profesores de diversos campos como Eliezer Schweid (Filosofía y pensamiento judío, Universidad Hebrea de Jerusalem), Efraim Urbaj (Talmud, Literatura Rabínica y pensamiento judío, Universidad Hebrea de Jerusalem) o Iosef Gorni (Historia del movimiento y del pensamiento sionista, Universidad de Tel-Aviv).

El análisis de los diversos enfoques historiográficos, en función de las dos pautas mencionadas (la búsqueda de relevancia y el enfrentamiento entre historiadores y pensadores de diferentes corrientes), nos acompañará a lo largo del curso que estamos encarando. Dicho análisis demostrará que la historiografía del Sionismo cumplió y cumple aun hoy un rol trascendental en la definición de identidades colectivas y en la legitimación de las bases fundamentales de la sociedad israelí.

El primer eje del curso consistirá en analizar la dimensión revolucionaria e innovadora del Sionismo y la tensión generada durante el Siglo XIX entre la tradición judía y la modernización. El segundo eje se referirá al dilema de la normalización del pueblo judío versus la conservación de una identidad espiritual diferenciada, central en el desarrollo del pensamiento sionista. El tercer eje intentará dilucidar el dilema de la unidad del pueblo judío en torno a un Estado judío soberano y los dilemas del pensamiento sionista en la era del Estado de Israel. El cuarto y último eje de este curso abarcará los dilemas actuales del pensamiento sionista con miras al Siglo XXI: el debate en torno al "Post-Sionismo", las nuevas historiografías, la búsqueda de una renovación ideológica y la actualización del Sionismo bajo la perspectiva del cincuentenario de la creación del Estado de Israel.

Tradición y Modernidad en el Sionismo:
El Sionismo es sin duda una ideología nacionalista que en el contexto del siglo XIX adoptó ribetes modernos en función del despertar de los pueblos europeos, su reacción a las conquistas de Napoleón y a la difusión de los ideales de la Revolución Francesa. La movilización de masas y el concepto de soberanía popular calaron hondo en las diversas corrientes nacionalistas, si bien no en forma homogénea o con resultados similares.

Otros pueblos europeos transitaron su modernización con enormes dificultades, como ser la división política interna (Italia y Alemania) o la pugna entre regímenes conservadores monárquicos y el anhelo popular de mayor participación en la vida pública. Sea como sea los movimientos nacionalistas europeos encararon la voluntad de transformación estructural reclutando al pasado como agente que legitimiza el cambio.

No en vano el Romanticismo tuvo un impacto enorme en el pensamiento nacionalista europeo, invocando el concepto de Nación como ente orgánico viviente que busca una armonía que supuestamente existió en el pasado. El pueblo judío ingresó en la era moderna muy dividido geográficamente y con serias fisuras a nivel cultural y religioso. Las luchas entre el Jasidismo y los "Mitnagdim" (opositores al movimiento Jasídico) dejaron cicatrices abiertas, y uno de los ejes centrales de discusión fue el Mesianismo. La corrientes Jasídicas asimilaron más activamente la dinámica del mesianismo judío, a través del estudio de la Cabalá, el uso de sentimientos como el entusiasmo o fervor, y la permanente búsqueda de respuestas al malestar de las masas judías empobrecidas. Las "Ieshivot" rabínicas lituanas promovían una visión intelectual y elitista del Judaísmo, ajena en gran medida a toda expectativa mesiánica real a corto plazo. Por sobre todo la ruptura era no solo en un plano religioso y sociológico sino que estaba fuertemente signada por diferencias geográficas.

El Judaísmo del Siglo XIX estaba ampliamente preparado para asimilar en forma rápida el impacto de la modernidad. En occidente, Baruj Spinoza (Amsterdam, Siglo XVII) y Moisés Mendelsohn (Berlín, Siglo XVIII), marcaron los primeros pasos de la modernización del Judaísmo, a través de la incorporación del racionalismo y del Iluminismo. Con el avance de la modernización en Europa, no solo que las filosofías e ideologías modernas se imponen políticamente sino que a la vez cambia la imagen del judío ante el gentil y la auto-imagen del propio judío. Antes de que la Emancipación (proceso de adquisición de igualdades políticas o ciudadanía por parte de los judíos) se convierta en un fenómeno generalizado, en la segunda mitad del Siglo XIX, la predisposición de amplios sectores dentro del pueblo judío hacia el cambio estaba claramente anunciada. Personajes como el poeta Heinrich Heine y otros prominentes miembros de la nueva élite intelectual judeo-alemana como Abraham Gueiguer o Leopold Zuntz, todos ellos activos en el Comité (Verein) para la promoción de las Ciencias Judaicas, sintetizaban en la primera mitad del Siglo XIX los dilemas centrales del judío moderno: Nacionalismo judío versus nacionalidad alemana (o cualquier otra), identidad particular versus cultura cosmopolita o voluntad de incorporarse a la civilización occidental, innovaciones en el Judaísmo con miras a mantener una misión o rol universal en la era moderna versus auto-encerramiento y estancamiento en el pasado. Sin emitir un juicio valorativo en torno a esos dilemas, se puede argumentar que el Judaísmo no pudo quedar ajeno a los procesos que transformaron a la sociedad europea, la historia del pueblo judío no se determinó en un vacuum (vacío) sino fue el producto de la interacción entre las diversas comunidades judías diseminadas en distintas latitudes y los pueblos que las rodeaban. La condición judía en este contexto no pudo definirse en forma aislada sino que debió necesariamente moldearse en función de procesos históricos y sociológicos que se iniciaron en la sociedad mayoritaria, procesos que una minoría débil y perseguida no podía frenar o esquivar.

El impacto en el Judaísmo de los ideales libertarios del Iluminismo y de la Revolución Francesa por un lado, y del despertar nacionalista por el otro, fueron muy significativos y se tradujeron en una búsqueda de nuevas identidades o corrientes del pensamiento que den respuesta a la situación del pueblo judío en el Siglo XIX. En una era signada por la diversidad de ideologías, el protagonismo de las masas, y el concepto de Estado-Nación, es lógico entender porqué surgen corrientes en el Judaísmo que incorporan las tendencias y procesos de la modernización europea. Una de las principales corrientes que asumió esta función fue el Sionismo.
En verdad el Sionismo no hubiera sido posible sin la existencia de una historia milenaria y de un pasado que forjó la identidad del pueblo judío hasta la era moderna. Sin la añoranza hacia Eretz Israel, las plegarias dirigidas a Tzión (Jerusalem) como eje central, y la lengua hebrea como código cultural conectado a la expectativa mesiánica de retorno a Tzión, es muy probable que no hubiera surgido un movimiento nacional judío en el Siglo XIX. No obstante, al mismo tiempo la nostalgia del pasado y la perspectiva de un retorno a la historia activa de los pueblos no hubieran sido capitalizados sin los procesos modernizantes que surgieron en Europa a partir de la Revolución Francesa.

El Sionismo como Revolución moderna:
Jacob Katz, sociólogo e historiador social, ha definido al movimiento nacional judío como una "síntesis dialéctica" entre el Judaísmo tradicional (tesis) y la disolución o desaparición (antítesis). En otras palabras, ya hacia fines de la década del 50 Katz acentuó el carácter transformador del Sionismo ("Idea y realidad en el nacionalismo judío", 1959, p. 11 en hebreo, en antología de 1983). No obstante, Katz resaltó a su vez la importancia del componente tradicional en la síntesis que se desarrolló durante el Siglo XIX. No en vano dos de los denominados precursores del Sionismo en la primera mitad del Siglo XIX eran rabinos y legitimaban su nacionalismo en función de un "mesianismo activo": Iehudá Alkalay y Tzvi Kalisher. Según Katz esta corriente fue un brote de "nacionalismo espontáneo", en una etapa histórica en la cual aun no se habían manifestado en forma plena las condiciones de disolución de la sociedad judía tradicional.
El marco tradicional fue sin duda imprescindible para iniciar la etapa moderna de nacionalismo judío. Pero, según Katz, este proceso histórico "inmanente" maduró y acarreó consecuencias significativas recién a partir de la década del 80. Entre los factores decisivos para la maduración del proceso debemos mencionar al movimiento antisemita, ampliamente investigado por el profesor Katz, y los pogroms de la Rusia Zarista. En otras palabras, la dimensión político-sociológica es fundamental para comprender el carácter dinámico y renovador del pensamiento sionista.

Esta visión fue ampliamente compartida no solo por historiadores israelíes, sino que fue avalada a la vez por pensadores judíos norteamericanos como Arthur Hertzberg. También Hertzberg enfatizó la interacción entre la tradición mesiánica del Judaísmo y los elementos transformadores del Sionismo, pero estableciendo la primacía de la dimensión revolucionaria: " El hecho que identifica al nuevo Sionismo y lo convierte en un punto de transformación en la historia de Israel es que sus valores primarios fueron tomados del entorno general, en este caso se equipara al mesías con la visión de libertad personal, la liberación nacional y justicia económica y social, es decir con la creencia en el progreso, característica del Siglo XIX" (Introducción, p.3 en hebreo).La historiografía clásica (de la década del 50 hasta la década del 70) veía pues en el Sionismo un intento moderno de liberación nacional, reincorporación a la historia universal y alejamiento de las pautas características de la sociedad tradicional basada en la pertenencia religiosa. Hertzberg fue mucho más categórico en sus conclusiones al establecer que el Sionismo se apartó del pasado judío, basado en la idea de la existencia de un "reino de Cohanim y pueblo sagrado expectante por la llegada del mesías", para definir una nueva identidad judía sin precedentes (Ibid., p. 6).

En la década del 70 el historiador Igal Eilam partió de esa base para definir al Sionismo como "un intento de auto-determinación judía renovada, una respuesta global a la existencia judía en el mundo moderno" (De la Visión al Estado, p. 13 en hebreo). Según Eilam el Sionismo generó una "revolución cultural" con amplias proyecciones en la sociedad israelí de nuestros días. En otras palabras, el pensamiento sionista fue una de las consecuencias de la secularización y la decaída de la religión en la Europa moderna. La definición del Judaísmo en base a la dimensión nacional y no en función de la fe religiosa, el pueblo y sus necesidades nacionales precede al destino mesiánico (Ibid., cap. 2, p. 17).

¿Cuál es entonces el elemento novedoso en las concepciones de la década del 70? Ya no solamente se analiza la dimensión revolucionaria y transformadora del Sionismo sino también su impacto en la sociedad israelí, su relevancia para solucionar los dilemas actuales. Tal es el enfoque que elevan Igal Eilam y Shlomó Avineri por un lado, desde una óptica de la investigación académica, y los escritores A.B. Ieoshúa ("A favor de la normalidad", 1980, versión hebrea original) o el profesor-jurista-político de izquierda Amnón Rubinstein ("De Hertzl a Gush Emnunim y de regreso", 1980, versión original en hebreo), por el otro, bajo una perspectiva política claramente anunciada.

El mensaje central de toda esta literatura es el siguiente: El Sionismo sigue latente y es relevante en nuestros días, aun mantiene un rol vital en la vida judía: ser la garantía de la existencia judía en la época moderna (Eilam, p. 95). Shlomó Avineri lo advirtió en forma clara en su libro "La Idea Sionista" (1983 en versión española), cuya introducción se titula "el Sionismo como revolución" y su epílogo se denomina "el Sionismo como revolución permanente". Avineri advierte en el prefacio que la idea del libro surgió luego de que el laborismo perdió las elecciones del año 1977 y él tuvo que renunciar a su cargo como director general del Ministerio de Relaciones exteriores de Israel para retornar a su cátedra en la Universidad Hebrea de Jerusalem (p.10). Más allá de su identificación personal con una parte del espectro político israelí Avineri intentó rescatar los elementos revolucionarios del Sionismo en general, analizando en forma novedosa los elementos centrales del pensamiento sionista a través del prisma de sus principales exponentes. Para Avineri el Sionismo se define como "un fenómeno post-emancipatorio" y moderno que va mucho más allá de los lazos históricos con la ancestral Tierra de Israel o con el idioma hebreo como lengua sagrada, en el cual priman los ideales generados por la Revolución Francesa, y por ende constituye "la revolución más fundamental en la vida judía" (p. 24).

Hasta aquí la tesis de Avineri no innova sino solo sintetiza y ejemplifica, su aporte fundamental se manifiesta en el epílogo, cuya título insinúa un llamado a mantener la dimensión dinámica del Sionismo, su búsqueda de ideales y de nuevos desafíos. El Estado de Israel, de acuerdo a Avineri, debe continuar siendo el símbolo de la dimensión pública y normativa en el Judaísmo, un modelo tanto para israelíes como para los judíos de todo el mundo. El rol central de Israel como centro normativo o marco de referencia, puede perderse si se normaliza la vida en el estado judío o se intenta imitar la realidad socio-económica existente en otros estados modernos y occidentales. El Sionismo debe ser "una revolución social de largo alcance... una revolución contra la historia judía" (p. 257).

Resumiendo, el nuevo interés puesto en el Sionismo en la década del 70 y que impulsó significativamente su investigación fue producto de las transformaciones de la sociedad israelí a partir de la Guerra de Yom Kipur, el desinterés por lo ideológico, el balance demográfico negativo, la condena del Sionismo en el mundo, el cambio de gobierno (de Itzjak Rabin, premier laborista a Menajem Beguin, premier del Likud a partir de su triunfo en las elecciones de mayo del año 1977), y el inicio del proceso de paz con Egipto en ese mismo año con la culminación de los acuerdos de Camp David en 1979.

En una era de enormes transformaciones para la sociedad israelí no es casual que las élites intelectuales, mayoritariamente identificadas con el establishment de izquierda, retornaron a las bases ideológicas del Estado de Israel para legitimizar nuevamente la vitalidad del Sionismo y renovar la confianza en un futuro de mayor esperanza, de cohesión interna en torno a viejos ideales, y de conservación de la misión histórica de unidad nacional e identificación con los judíos del mundo.

La dimensión revolucionaria del Sionismo fue rescatada para tratar de resolver problemas actuales, como ser la amenaza de disolución de la identidad nacional que el Sionismo supo implantar con éxito.

En las próximas dos clases veremos cómo se continuó esta pauta central del pensamiento sionista en la década de los años 80, y nos remitiremos a los principales pensadores sionistas para analizar la dimensión revolucionaria o transformadora del Sionismo.
Para aquellos lectores que deseen profundizar el tema tratado en nuestra primera clase sugiero remitirse a las siguientes fuentes:
Avineri, S., La Idea Sionista, notas sobre el pensamiento nacional judío, Jerusalem, La Semana Publicaciones Co., 1983, introducción, pp. 13-24, epílogo, pp.247-257. Laqueur, W., Historia del Sionismo, Jerusalem, La Semana Publicaciones Co., 1988, conclusión: Trece tesis sobre el Sionismo, pp. 443-456.